«El informe Pisa no evalúa la realidad de la enseñanza española»

Eva Antequera,

Jefa de estudios y maestra de educación especial

del Colegio Sant Jordi de Montmeló.

¿Cuál es la situación de la enseñanza española? ¿Está tan mal como indican el informe PISA y otro similares?

El informe PISA sitúa en un nivel bajo la enseñanza española respecto a otros países europeos. Es cierto, que la evolución de la enseñanza ha pasado de priorizar un aprendizaje memorístico a un aprendizaje significativo y fuCamera 360ncional, en el que la información no se almacena en la cabeza si no que se aprende a utilizar los recursos personales, materiales y técnicos para conseguir información, respetando los procesos madurativos y personales de cada individuo. El informe PISA mide el grado de conocimiento de los alumnos, no su nivel competencial. Por lo tanto, no evalúa la realidad de la enseñanza española. Por otro lado, compara los resultados con otros países europeos en los que sus gobiernos priorizan la educación como una inversión de futuro, aportando los recursos personales y económicos necesarios para una formación de calidad para sus futuros ciudadanos.

¿Cuál es el principal problema de la educación en nuestro país?

En primer lugar, España ha sufrido un continuo cambio de leyes educativas en pocos años. Cada ley aportó novedades en contenidos, en organización, en metodología … todo ello bien planteado y justificado, y en momentos económicamente estables, hasta se formaba a los profesionales para sumergirlos en el nuevo sistema. Se olvidó que para aplicar una nueva ley educativa no sólo es necesario aprobarla legalmente, implica el trabajo, el cambio de estructura, la redacción de nuevos documentos, aprender nuevas estrategias por parte de los docentes, entre otras miles de cosas. Por otro lado, cada ley requiere unos costes económicos que crearan la base de la futura sociedad de nuestro país, según el partido político que gobierne en ese momento, por supuesto. Así tenemos leyes que regulan la atención a la diversidad, la inclusión en los centros ordinarios de alumnos con necesidades educativas especiales, la prioridad de la enseñanza de lenguas extranjeras… que implican la dotación de más personal en los centros y más recursos económicos, pero con el tiempo y los recortes nos hemos quedado con los alumnos y sin los recursos para poder atenderlos según sus necesidades, en deterioro no solo de éste tipo de alumnado si no repercutiendo en el resto de niños y niñas.

¿Por dónde pasan las soluciones para mejorar nuestra enseñanza?

Hay varios aspectos que favorecerían la mejora de la enseñanza: Formación universitaria de calidad: todos los docentes coincidimos que la mejor formación para realizar nuestro trabajo la adquirimos en la propia escuela, siempre que se haya tenido un buen modelo. Actualmente este aspecto ha mejorado en cuanto a la duración de la formación. La relación entre la familia y la escuela: la imagen de la escuela y de los maestros no es positiva. En esta profesión nos encontramos con un “público” que en algún momento de su vida pasó por una escuela adquiriendo sus propias experiencias, condicionando las opiniones o interpretaciones de las actuaciones de los docentes respecto a su hijo o hija. La confianza y el apoyo de las familias a los profesores y tutores de sus pequeños es básica para la motivación de estos frente al aprendizaje, esto no implica que un padre esté siempre de acuerdo que la actuación del docente. Los recursos personales en los centros docentes: se necesitan personas en los centros para ganar tiempo. Es decir, ser maestro de primaria implica que de la jornada laboral en el centro se disponga de 5 horas de trabajo personal a la semana, entre las que se incluye atender a las familias, programar las sesiones, coordinarse en ciclo, trabajar para mejorar la línea del centro, organizar las actuaciones semanales, buscar recursos para nuestros alumnos, formarse (cuando se permite hacerlo en horario de permanencia en el centro),etc. El resto de horas se dedican al aula atendiendo directamente a los alumnos. Yo no imagino a un cocinero dando de comer a sus comensales durante cinco horas teniendo solo una para comprar, cocinar y lavar los platos. En el momento que se dispone de más personas para atender a nuestros alumnos el profesorado tiene tiempo de coordinarse, hablar de pedagogía, formarse, compartir experiencias, compartir metodologías, innovar, programar, preparar actividades motivadoras… en resumen, tiempo para pensar y aplicar una enseñanza de calidad.

¿Cuáles son los principales retos educativos del nuevo siglo?

Las últimas tendencias educativas nos están volviendo a los inicios de la democracia. Se culpa a las nuevas pedagogías más constructivistas y significativas como poco productivas, sin ser ellas mismas las que no funcionaron si no el modo en el que se aplicaron. Últimamente se vuelve a dar importancia a los resultados de las pruebas de conocimientos, como el informe PISA. Se insiste en la introducción de las nuevas tecnologías, como herramienta para dar respuesta a la sociedad en la que vivimos. Hace dos días (literalmente) estábamos hablando de competencias básicas, es decir la formación de los pequeños en cuanto al uso y conocimiento de sus propios recursos y capacidades para resolver situaciones de la vida cotidiana. A los docentes nos preocupa e indigna que trabajando en esta línea se apliquen pruebas tipo PISA que no responden al actual sistema educativo. El actual gobierno apuesta por una nueva ley que anula toda la capacidad creativa de los más pequeños, creyendo que son simples botes que hay que llenar de contenidos. En cambio, nos encontramos en un momento social donde la creatividad es y será nuestra mayor herramienta de supervivencia. Las nuevas profesiones pasan por “inventarse” como ganarse uno la vida. Construir una sociedad implica pensar, aplicar un criterio propio y actuar , y eso solo se puede conseguir desarrollando la creatividad.

¿Hemos incorporado adecuadamente las nuevas tecnologías al ámbito escolar?

La escuela siempre irá por detrás de las nuevas tecnologías. Las dotaciones de material y las formaciones de los docentes nunca estarán al nivel que se utilizan en la sociedad. Es importante diferenciar que los alumnos saben cómo funcionan las “maquinitas” pero la escuela tiene la responsabilidad de enseñar su uso. Eso implica que no solo hay que saber dónde encontrar la información, hay que saber extraerla, seleccionarla y saber qué hacer con ella.

¿Hasta qué punto es importante lograr un consenso educativo? ¿Hoy por hoy es posible ese consenso? El consenso educativo sería básico para la estabilidad educativa. El gobierno debería velar por una educación que fuera en beneficio del país, no de su partido político en concreto y de su campaña electoral. Es difícil imaginar en estos momentos que los distintos partidos políticos se sienten a consensuar una política educativa, en primer lugar porque los partidos no están luchando por un país mejor sino por su propio poder y las campañas se construyen en base a las críticas respecto a lo que hacen o no hacen los demás partidos. Las propias palabras “el partido de la oposición” lo dicen todo.

¿Cuál debe ser el papel de los padres en el proceso educativo? ¿La escuela es un sitio donde se educa o donde se enseña?

La familia educa y la escuela forma. Aunque la teoría sea ésta, la familia y la escuela deben educar y formar, porque ambos conceptos van estrechamente relacionados. Es cierto, que para que la formación de un niño o niña sea integral es básica la corresponsabilidad de ambas. Como se ha dicho anteriormente, los padres y madres en algún momento de su vida han sido alumnos y tienen un conocimiento de cómo es un centro educativo por dentro, des del punto de vista de un alumno. A veces, esto es beneficioso y a veces no. Cuando un padre tuvo una mala experiencia, teniendo en cuenta que la educación en su momento era muy distinta, siempre verá el centro educativo y la opinión de los docentes como una amenaza o una crítica a su pequeño. Independientemente de las experiencias personales los padres debemos ser capaces de escuchar y aceptar las valoraciones que nos hagan los maestros de nuestros hijos. Posiblemente no los conocerán tanto como nosotros mismos pero hay que entender que también pasan muchas horas y “lidian” con todos ellos. Aceptando por otro lado, que la actuación de nuestros hijos es autónoma y aprenden a comportarse en los distintos sitios según se les exige, como hacemos todos los adultos. Hay que destacar que la familia y el centro tienen que ir bajo una misma directriz, eso no quiere decir que siempre se esté de acuerdo, pero es muy importante que el alumno-hijo sienta la presión coordinada por parte de los dos sectores, sin fisuras.

¿Qué parte de responsabilidad recae en los educadores? ¿Son víctimas del sistema?

Para responder a esta pregunta hay que introducir el concepto de “vocación” y seguir con el ejemplo de los restaurantes. En el primer restaurante un cocinero trabaja las horas contratadas y se va a casa sin pensar qué cocinará mañana porque ya lo tiene en el menú que creó cuando se abrió el restaurante. En el segundo, el cocinero trabaja sus horas pero le gusta innovar y en casa busca información para crear nuevos platos para el menú, pero como no tiene tiempo para hacerlos en sus horas de trabajo porque tiene muchos clientes cada día, sus nuevas ideas se quedan en una carpeta. En el tercer restaurante, un tercer cocinero trabaja sus horas, le gusta innovar y cocinar. Busca nuevos platos y los hace en casa o en el mismo restaurante, para ofrecérselos a sus compañeros al día siguiente y animarlos a introducirlos en el menú. Una vez al año se queda durante 60 horas seguidas o más en el restaurante para preparar varios nuevos menús para todo el año. Y todos ellos, cobrando lo mismo, por supuesto. ¿Sería justo? ¿Qué restaurante tendrá más éxito? En la escuela encontramos todo tipo de maestros y todo tipo de implicaciones. Nuestra “vocación” nos lleva a ir de colonias, a corregir, programar y preparar material fuera del horario laboral. El sistema nos conduce a funcionar como el primer y segundo cocinero, pero es nuestra responsabilidad y vocación que la escuela funcione con unos profesionales que se dedican en cuerpo y alma. El gobierno no lo pone fácil, recorta, elimina recursos y degrada el criterio pedagógico de los propios maestros. Por tanto, por supuesto que los docentes somos responsables y victimas a la vez. Y mi pregunta es: ¿Es justo?

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